domingo, 16 de febrero de 2014

Entre los años 1.180 y 1.185 Japón se vio envuelta en una serie de guerras civiles llamadas las Guerras Genpei. En ellas se enfrentaron dos de los cuatros clanes que dominaban la política durante el período Heian  (794-1185) los Minamoto (o Genji) y los Taira (o Heike)

El 24 de abril de 1.185 tuvo lugar la batalla naval de Dan-no-ura. 3.000 barcos del clan Genji se enfrentarían a 1.000 barcos del clan Heike, quienes superados en número se habían refugiado en la isla de Shikoku.
Como dictaba la costumbre, en una de las naves Heike se embarcó al joven emperador Antoku-Tennô, que sólo tenía seis años, con su abuela,  la Dama Nii.
Finalmente los Genji se alzarían con la victoria.

Batalla de Dan-no-ura. (Perido Edo)

Uno de los factores cruciales en el triunfo de la flota de Minamoto fue la deserción del general del clan Taira, que reveló a los Genji en que barco se encontraba Antoku. Los arqueros Genji concentraron su atención en los timoneles y remeros del barco del Emperador, de la misma manera que lo hicieron con el resto de la flota, dejando a los barcos sin control.

Ante el escenario de una derrota segura ya solo quedaba salvar el honor, el suicidio era mejor que aceptar la derrota y caer en manos del enemigo.

La Historia de los Heike cuenta lo que sucedió después:

"El emperador había cumplido aquel año los siete de edad, pero parecía mucho mayor. Era tan hermoso que parecía emitir un resplandor brillante y su pelo negro y largo le colgaba suelto sobre la espalda. Con una mirada de sorpresa y de ansiedad en su rostro preguntó a la Dama Nii:

- ¿Dónde vas a llevarme?

Ella miró al joven soberano mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas y... lo consoló, atando su largo pelo en su vestido de color de paloma. Cegado por las lágrimas el niño soberano juntó sus bellas manitas. Se puso primero cara al Este para despedirse del dios de Ise y luego de cara al Oeste para repetir el Nembutsu (una oración al Buda Amida). La Dama Nii lo agarró fuertemente en sus brazos y mientras decía en las profundidades del océano está nuestro capitolio, se hundió finalmente con él debajo de las olas."

Tras esta batalla surgió una superstición: Los pescadores dicen que los samuráis Heike se pasean todavía por los fondos del mar Interior, reencarnados en cangrejos. Se pueden encontrar cangrejos con curiosas señales en sus dorsos, formas e indentaciones que se parecen asombrosamente al rostro de un samurái. Cuando se pesca uno de estos cangrejos son devueltos al mar para conmemorar los tristes acontecimientos de Dan-no-ura.

De una manera incosciente, al igual que Mendel cruzaba las líneas de guisantes para obtener un carácter
deseado, las numerosas generaciones de pescadores han ejercido una presión sobre la población de cangrejos: Si tu caparazón se parece un poco a una cara, te echarán de nuevo al mar. Podrás dejar más descendientes. Sin embargo si tu caparazón no se parece a una cara seguramente acabes en el estomago de algún pescador. A medida que pasaban las generaciones, tanto de cangrejos como de pescadores, los cangrejos cuyas formas se parecían más a una cara de samurái sobrevivían preferentemente, hasta que al final se obtuvo no ya una cara humana, no sólo una cara japonesa, sino el rostro de un feroz y enfadado samurái.


Comparación entre un cangrejo Heike y una casco samurái.



Fuentes:
Cosmos. Carl Sagan (Ed. Planeta 2004)
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Dan-no-ura

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